28 de agosto 1891... la noche triste
28 de agosto de 1891
La Noche Triste.... Batalla de Placilla
El periodo más doloroso, más triste, más desafortunado en la historia de Chile fue la guerra civil ocurrida entre enero a septiembre de 1891. En esta cruentisima guerra, los hijos de la misma tierra se alzaron en armas unos contra otros a consecuencia del conflicto originado entre el Presidente de la República José Manuel Balmaceda con el Parlamento.
En los primeros días de enero de aquél triste año, el Congreso Nacional acusaba al Presidente Balmaceda de procedimientos dictatoriales, polarizando a la sociedad chilena en dos bandos como así también las fuerzas armadas dieron sus apoyos. La Armada al bando del Parlamento mientras que el Ejército al Presidente Balmaceda. Así con este escenario, una violenta guerra civil era irremediable.
Durante varios meses de batallas entre los bandos rivales, el punto más álgido se vivió en agosto, cuando la Armada se hacia con el control de la ciudad de Valparaíso mientras el Ejercito avanzaba derrotado desde el norte intentando dar la victoria al bando del Presidente.
El 21 de agosto se libró la Batalla de Concón, donde nuevamente las fuerzas presidenciales eran derrotadas por los parlamentaristas y empujados hacia Valparaíso, intentando forzarlos a rendirse antes de encontrarse encerrados por las fuerzas de apoyo que venían desde Santiago.
Valparaíso se preparaba para una nueva tragedia… el 22 de agosto, la autoridad cerraba todas las botillerías y negocios como así también se prohibieron las ediciones de los periódicos “L´Italia” y “El Mercurio”.
El bando presidencial sabia que Valparaíso era decisivo para la continuidad de la contienda y tener una opción de darle el triunfo al Presidente Balmaceda, es así como también el bando que apoyaba el Paramento envió todo su contingente al sector de Placilla, dejando la ciudad de Valparaíso sin guardia policial, encargando al Cuerpo de Bomberos la seguridad del puerto y sus habitantes, armándose la Guardia Urbana con igual estructura que durante la Guerra del Pacífico.
El 28 de agosto se encontraron ambos bandos en el campo de batalla de Placilla, librando uno de los enfrentamientos más terribles que se tenga recuerdo, dando la victoria definitiva al Parlamento. Después de la batalla, en la noche del 28 al 29, una horda infernal de soldados prófugos se dejó caer sobre Valparaíso, desatando toda su furia sobre la ciudad.
Turbas de populacho y soldados enajenados, armados con fusiles, revólveres y explosivos, incendiaron negocios y casas, sin que la Guardia Urbana de Bomberos pudiera hacer más que replegar el personal a sus cuarteles a la espera de lo peor.
La colectividad italiana poseía alrededor de 150 distintos tipos de negocios, en su mayoría bodegas de comestibles, los cuales fueron arrasados con toda la furia y odio.
En medio de tanta miseria moral y material, los bomberos sestinos iniciaban su humanitaria misión de salvar vidas y bienes entre los prófugos eufóricos. Con las armas asignadas como Guardia Urbana, entre disparos para protegerse lograron sacar la bomba a vapor “Cristoforo Colombo” a cargo del teniente Agostino Rossi, dirigiéndose hacia la Plaza Echaurren donde un gran incendio afectaba un edificio con locales comerciales. Recibidos a balazos la turba se iba a otros lugares a provocar incendios y saqueos. Luego de salvar varios edificios en el sector de la Plaza Echaurren, se dio orden de dirigir la bomba a la Calle de Yungay. La turba había iniciado un incendio en los depósitos de Fratelli Cariola, una ferretería y la tienda “La Joven Porteña”. A la llegada de los valientes sestinos, la turba enajenada nuevamente huía por las calles hasta la intersección de avenida de las Delicias (avenida Argentina) entre Yungay y 5 de Abril (Brasil) donde provocaron otro incendio al interior de la tienda “La Rosa Blanca” y “Las Catorce Puertas”. El fuego amenazaba con propagarse rápidamente a los edificios colindantes sino fuera por las intrépidas maniobras de los sestinos.
Muchos otros edificios fueron salvados por los bomberos italianos, arriesgando sus vidas en muchas ocasiones para rescatar a las victimas, junto a la 3ª, 4ª y 9ª compañías.
Uno de los episodios de mayor heroísmo y riesgo fue en el incendio de calle de Tivola (Rawson) esquina Yungay, donde Romulo Antonacci que manipulaba la bomba fue encerrado por fusileros, salvado por otros valientes sestinos Giovanni Rembadi, Giacomo Rossi, Salvatore Perino, Luigi Chiartano, Paolo Raffo, entre otros.
Otro episodio digno de heroísmo fue el rescate de una familia desde el interior de una casa completamente en llamas, como igual rescate de la hija mayor de Romualdo Carvajal, apoyados por bomberos de la 4ª Compañía.
Finalmente, el 29 de agosto se reorganizaba la Guardia Urbana de Bomberos para proteger a los porteños aterrados con la horrible noche que fueron obligados a vivir. Aún así continuaban con violencia otros incendios como en calle Chacabuco esquina Tivola (Rawson), donde fueron fusilados en el mismo lugar los culpables.
La Sesta continuó prestando servicios de Guardia Urbana hasta el 9 de septiembre, donde se vivieron violentos asaltos donde los bomberos impusieron orden y seguridad.
El heroísmo de los sestinos en aquella dura jornada llena de orgullo y prestigio nuestras raíces italianas afianzando nuestra amistad y fraternidad con el pueblo chileno.